miércoles, 30 de junio de 2010

Gracias a tod@s

Gracias a vosotros, mis fieles lectores, he rebasado las mil visitas, cosa impensable para mí hace tres meses cuando empece mi "andadura blogera".
Por eso 1035 gracias a tod@s.

domingo, 27 de junio de 2010

"Sonidos al viento..."




El titulo de esta entrada puede parecer sugerente ..., poético..., melódico..., pero... ¿ a quién no se le ha escapado alguna vez un pedo en público?.




No vale que digas que no te ha pasado nunca, es mentira. Queriendo o sin querer le ha pasado al 99% de la gente.

Este tema es un poco tabú pero es una cosa que hacemos todo el mundo, desde el más pudoroso al más desahogado ( por llamarlo de alguna manera), en la intimidad o en reunión, una cosa compartida.

Los pedos son como las huellas digitales de nuestros dedos, únicos y exclusivos. Yo, haciendo como una especie de organigrama, los catalogaria en dos grandes grupos: sordos y sonoros. Estos mismos, a su vez, se pueden dividir en otros dos grupos: olorosos y no olorosos. Podía describir más las subescalas pero sería algo muy largo y tedioso.

Hay unos cuantos que sí podría describir, los que creo que son más comunes (según mis largos años de experiencia e investigación sobre el tema aquí tratado).

Tenemos el matutino. Suele ser muy sonoro y escandaloso, de los que oye el vecino, y siempre va acompañado de un ... "buenos días". El nivel oloroso es de nivel bajo por lo general, excepto cuando la noche anterior te has pasado un poquito.

El nocturno, uno de mis favoritos. Este suele ser peligroso cuando duermes con pareja, si duermes sólo pues... nada, todo para tí y seria de otra clase que se describirá más adelante. Si duermes con pareja siempre hay quejas pero, nada, te das la vuelta y te haces el dormido. Si tu pareja te despierta siempre tienes buena excusa: "pero si yo estaba dormido", "ha sido sin darme cuenta...". Este también suele ser de un nivel oloroso bajo pero, cuando no lo es... chungo, ya no te dejan dormir en toda la noche, cerdo es el halago más bonito de esa noche.
Un agravante para estos dos grupos es una noche de copas, da igual Ron, Whisky o Vodka, son los refrescos y su gas. La noche promete.

Otro de mis favoritos, el disimulado. Típica situación. Reunión con poca confianza (de no ser así te lo tiras y punto), una tocecita forzada y ... cuesco al canto. Este peo es de los peligrosos, hay que controlar muy bien la intensidad del peo para que no sobrepase el sonido de la tos. De no ser así aumentaría tu color facial a rojo y tu estatus social bajaría considerablemente. El nivel oloroso suele ser bajo o nulo pero, si huele un poco, siempre quedara la duda de quien fué el capullo.

El intimo, aunque mucha gente lo cataloga de guarro. Es del grupo de los nocturnos pero con la variante sin pareja. Lo dejas caer, levantas las sábanas y lo disfrutas en la más pura soledad e intimidad. Aunque siempre nos de asco, lo hacemos. El nivel sonoro y oloroso suele ser medio.

El traicionero, pero muy común. Os pongo en situación. Vamos andando, paseando o incluso alguna vez en el coche. Notas la tripa un poco extraña. Sientes la necesidad de tirarte un pedo para aliviar esa molestia intestinal. Lo intentas y... putada, te has cagado. Intentas retraerlo, dar marcha atrás, pero en vano. Buscas como un desesperado un servicio público para comprobar los daños colaterales y, al final, te das cuenta que tendrás un día un poco incomodo.

También tenemos el comunitario. Viene seguido de una comida copiosa en reunión, está dentro de la clase de confianza, claro está. La comida suele ser principalmente unas "papas a lo pobre con cebolla", unas fabada asturiana y otras cosas por el estilo. La situación parece desarrollarse en una cueva con un singular Eco. Empieza uno, se ríe. A continuación el siguiente y así, sucesivamente. Siempre termina echándose las culpas los unos a los otros y corriendo todos despavoridos. Es uno de los peos más graciosos y divertidos.



El peo estrella, el sigiloso. Lo dejas caer con todo el disimulo posible, como cuando la serpiente acecha a su presa, totalmente silencioso y, evidentemente letal. Su nivel oloroso es máximo, te quedas sólo como la una, con una risa descomunal y siempre diciendo "ha sido sin querer". Una cualidad ha destacar es su duración, a la hora vuelves al lugar y todavía está allí. Hay que tener especial cuidado con esta clase de peos, debes de estar con gente de mucha, mucha confianza. Aunque no lo reconocemos es el más simpático. Siempre queda en el recuerdo de todos, queda en esa lista de anécdotas que siempre cuentas.

El que viene a continuación le debo una mención especial. Es el peo de los peos, el Rey de Reyes, el CABRON, y lo escribo con mayúsculas para enfatizarlo más aun si cabe.
Típica situación. Estas subido en unas escaleras domesticas de aluminio, un poco inestables y mal colocadas. Notas que lo tienes ahí pero lo aguantas un poco para comprimirlo más y, cuando ya está en su momento álgido: "primo, corre. Échame una mano para sujetar la escalera" y, cuando su cara está a escasos centímetros de tus posaderas... lo dejas caer. El impacto es total, se lo traga por completo y, acto seguido, las lágrimas corren por tu mejillas, te descojonas vivo. Te llueven oleadas de ostias e insultos varios pero sigues descojonandote y llorando.
Para la perfecta ejecución de esta categoría es imprescindible que su nivel sonoro sea muy alto, sin embargo, su nivel oloroso no importa tanto.


No penséis que esta entrada es una barbaridad, esto lo hace todo el mundo y tener en cuenta una cosa. En el cementerio de Lepe rezaba un epitafio en una lápida: "Por un peo aquí me veo". Tenerlo siempre muy presente.





martes, 22 de junio de 2010

Lo Grande de las pequeñas cosas





" Un segundo de felicidad vale más que una hora de sufrimiento ".





Hacer feliz a una persona es algo que cuesta muy poco pero no solemos hacer. Pequeños gestos se pueden convertir en algo muy significativo.


Un beso al despertar; un "te quiero" sin venir a cuento; una mirada furtiva, cómplice y descarada; un beso en la mejilla. Todo eso que te hace sentir como si fuese el primer día con tu pareja.



La sonrisa inocente de tu hijo, el intenso achuchón seguido del "que guapo es mi papi"; unas buenas noches tras un beso; esa cara de felicidad cuando le das ese obsequio que le has comprado en un Todo a Cien y sabes que le va a durar diez minutos. Un dibujo hecho con tanta ilusión y que no logras ver lo que claramente te explica. Una poesía.

El hombro de tu amigo siempre dispuesto a soportar tu llanto; un abrazo con sentimiento; una llamada el día de tu cumpleaños; un "si tu no vas yo tampoco"; un reconocimiento, un simple gracias, un secreto compartido. Ese souvenir, comprado en Laponia, por ejemplo, feo como el sólo pero que dice "Me acorde de ti ...". Una dedicatoria.

Un "no te preocupes, no estas sólo"; un "tranquilo estoy a tu lado"; un "cuenta conmigo"; un día de reunión con tu gente; una cerveza bien fría, con la tapita que te gusta. Una tarde de risas, carcajadas por tus chistes fáciles. Un gesto desinteresado.

El afecto de unos padres, tu comida favorita, el amor puesto en todo lo que hacen, esa mano que siempre está para levantarte cuando te caes, unos ojos brillosos llenos de orgullo; el siempre "si" y el nunca "no". Un "este es mi hijo".


Todo esto son pequeñeces, cosas ínfimas pero es lo que hace grande a las pequeñas cosas.

martes, 8 de junio de 2010

La Mar



La autora de esta entrada es la que llama ha ser mi gran colaboradora, Nesi. Muchos quizás habréis leído ya algo de ella, una poesía muy bonita de Andalucía. Si me lo autoriza otro día la publicaremos.







La mar es salada,
salada como la sal,
según como la mires
salada será.

La mar es reluciente,
reluciente como el sol naciente,
y por la noche,
la luna se refleja
en sus aguas de belleza.

Nesi.